¿Qué es una contractura?
Una contractura es, como su nombre lo indica, una contracción del músculo (o de sus fibras) de forma sostenida e involuntaria. Esta contracción prolongada genera molestias, dolor e inclusive puede alterar el funcionamiento habitual de un determinado músculo.
A pesar de que no se trata de una lesión grave, puede impedir la realización normal de las actividades diarias. Por ello es importante tratar las contracturas de forma oportuna para recuperar el rango de movimiento normal de los músculos.
¿Por qué se produce una contractura?
Las contracturas son de las dolencias más comunes y existen varios factores que favorecen su aparición. Entre las más comunes tenemos:
- Sedentariasmo: Pasar mucho tiempo sin movimiento físico, durante la cuarentena por ejemplo, hace que seamos más propensos a sufrir de contracturas musculares. El cuerpo se acostumbra a la falta de movimiento y cuando se reactiva, los músculos no están preparados para el esfuerzo que supone.
- Deshidratación: La falta de agua, junto con la deficiencia de componentes como el magnesio o el potasio, pueden incrementar las posibilidades de sufrir calambres o contracturas. Esta deficiencia hace que las células del músculo no puedan funcionar correctamente.
- Un impacto o traumatismo: El momento en el que sufrimos algún golpe, de forma natural, los músculos que se encuentran alrededor de la zona afectada se activan con el fin de proteger a las estructuras más sensibles. En muchas ocasiones ese esfuerzo adicional causa tensión muscular.
- Estrés: La tensión constante y prolongada, causada por diversos factores, puede provocar que los músculos reaccionen defensivamente y así provocar una contractura involuntaria.
¿Cuáles son los tratamientos más recomendados?
Si bien se pueden hacer varias cosas para prevenir una contractura muscular, como evitar movimientos repetitivos o cuidar la postura corporal, lo que se recomienda cuando sufrimos esta dolencia es acudir a un especialista para que realice el tratamiento más apropiado:
Calor local: La aplicación de calor en la zona afectada favorece la relajación de las fibras y músculos y, además, tiene un efecto analgésico.
Masajes: Los masajes realizados por profesionales, aumentan el flujo sanguíneo, favoreciendo la recuperación de los tejidos, la relajación de la musculatura y la disminución del dolor.
Antiinflamatorios: Estos deben siempre estar prescritos por un médico siempre que el dolor sea muy fuerte. Estos fármacos relajan los músculos y disminuyen la tensión.Masajes: Los masajes realizados por profesionales, aumentan el flujo sanguíneo, favoreciendo la recuperación de los tejidos, la relajación de la musculatura y la disminución del dolor.
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